
EL MITO
Todo comenzó de la forma más sencilla, una simple ojeada, un furtivo e ingenuo cruce de miradas. Ella, Ariadna, hija del gran Mimos, rica, hermosa, inteligente, lo tenía todo a su alcance, su belleza era conocida en todo el mediterráneo, disponía de poder, delicadeza y astucia, pero en ella faltaba lo más importante, su corazón no conocía el amor, la pasión, era un río en el desierto.
Fue una mañana, en el paseo matutino, cuando vio por primera vez a Teseo, quedo prendada de él. Al verle trabajar con el torso desnudo, el cuerpo hercúleo, los fuertes brazos musculados, parecía una escultura perfecta, en toda Creta no existía hombre mas bello. Ariadna, asistía cada mañana llena de ilusión por volver a ver a ese adonis que rozaba la perfección. No podía dejar de pensar en un encuentro con su amado imposible, pero él, era ajeno a tanto entusiasmo oculto, solo veía a la hija del poderoso.
El Minotauro espera su tributo, la bestia aguarda la llegada anual del diezmo, impaciente, paseaba por los dominios de su reino. El laberinto limitaba de norte a sur, de este a oeste con el puro infinito, allí el bárbaro dominaba todo el perímetro, en su espacio permanecía esperando la llegada de los ingenuos jóvenes. Les dejaba campar por sus callejuelas, los observaba, veía sus caras de desesperación, jugaba al gato y al ratón. Cuando la desidia venia a su mente, iniciaba la caza. El primer año era implacable y una vez entraban los catorce jóvenes en el laberinto, los trituraba al instante. Después aprendió a disfrutar del acecho, empezó a tomarse su tiempo, a disfrutar de las carreras, a darles ilusión por la huida. Posteriormente era despiadado, les dejaba un poco de ventaja y en un alarde de fuerza y destreza les daba muerte.
El tercer año del impuesto, el azar quiso que los siete varones y las siete mujeres que debían ir al laberinto del gran Dédalo, fueran los más bellos de la isla, uno de ellos fue Teseo. La fortuna le jugo una mala pasada, era uno de los elegidos para saciar la furia del Minotauro. Ariadna abrumada por la mala noticia, urdió un plan, para que su idolatrado pudiera escapar. Ato un hilo en la entrada del laberinto y se lo dio a su amado. Después le entrego una pequeña daga, tan afilada que el simple acto de mirar su pronunciado filo producía cortes en la mirada. Así el paladín inicio el camino hacía su destino, raudo y veloz se cargo de valentía para iniciar el combate, la bestia quedo en desventaja, no calibro la fuerza del adonis y subestimo su inteligencia, cuando la alimaña creía disfrutar de ventaja, Teseo saco la daga y rasgo la garganta del monstruo. El óbito se produjo irremediablemente, la fiera se abatió boca abajo y su sangre inundo los pies del cazador. Mitad hombre mitad bestia, yacía en el suelo, en su rostro incomprensiblemente aparecía una sonrisa, Teseo no entendió que al dar caza al Minotauro, le entrego la libertad.
Regresó tirando del hilo, encontrando fácilmente la entrada, ella esperaba impaciente. A su salida, huyeron a el paraíso, hacia la isla de Naxos. Una vez allí, Ariadna soñaba con su aspiración, con consumar su capricho. Anhelaba dar su cuerpo al valiente, pero Teseo tenía otros planes. Allí mismo, abandono a su salvadora y regreso a Creta. La bella Ariadna; perdida y abandonada, esa noche encontró su laberinto, esa noche soñó con el Minotauro….
Comentarios